No os he vuelto a hablar de Juanita, la paloma okupa de mi terraza del pantano. Recordareis que la dejé en el barreño colgado de la ventana, esperando que se echara a volar. Bien, pues se echó a volar, pero no abandonó la casa. Ahora la considera suya y no hay forma de hacerle entender que yo la cuidé mientras fué pequeña y que ahora debe independizarse y buscar su vida.