4 de diciembre de 2019

JUANITA, La historia continua...

     No os he vuelto a hablar de Juanita, la paloma okupa de mi terraza del pantano. Recordareis que la dejé en el barreño colgado de la ventana, esperando que se echara a volar. Bien,  pues se echó a volar, pero no abandonó la casa. Ahora la considera suya y no hay forma de hacerle entender que yo la cuidé mientras fué pequeña y que ahora debe independizarse y buscar su vida.



     Cada vez que volvemos, me encuentro la terraza como un muladar. No solo viene a dormir ella, se trae a sus papás, y lo ponen todo perdido.

     Les colocamos cada vez mas impedimentos para entrar,  pero ellas se las ingenian siempre para encontrar hueco.

     Observamos que entraban por la unión central de las cortinas que con el aire se separaban un poco y decidimos colocar ahí una rejilla de jardín,    colgamos unos CDs de la lampara para producir brillos... pusimos algunos juguetes de los niños tales como un enorme y feo dinosaurio... un loro en la barandilla... (Alberto se rió de mi)



     Colocamos un artilugio con muchos colgajos, de esos que se ponen para que suenen al abrir la puerta... Todo para que les hiciera alejarse de la terraza.





 ¡Pero nada!. Cuando volvíamos a ir, nos la volvíamos a encontrar  sucia y con ocupantes, que con las prisas de salir huyendo chocaban con todo, porque de inmediato no encontraban el hueco por el que habían entrado.




     Como vimos que por donde ahora accedían era por la abertura entre el techo y el borde de la cortina, nos decidimos a poner unos pinchos "antipalomas" para tapar esos huecos, y ese día nos fuimos tan felices pensando que ya estaba resuelto.  
   



Los pinchos antipalomas. No dañan porque son flexibles, solo espantan con el roce.

    Volvimos al cabo de una semana y, ¡allí estaban! . 
    Se habían caído los pinchos de uno de los extremos, o ellas los habían tirado, y por ahí se habían colado. Pusimos una especie de bandó o faldón de rejilla en ese punto,  pero cometimos el error de quitar la rejilla del frente, pensando que por ahí ya estaba cubierto. Y en la siguiente visita, ¡zas!   allí estaban otra vez.

     Ahora  solo estaba Juanita y la terraza no estaba muy sucia. No podía salir, no encontraba el hueco, Pepin la tuvo en la mano, acariciándola, y ella no se movió. Le abrió un poco la cortina y salió volando.  

     Esta vez, cosió la abertura de la cortina. Y ahí estamos... 
     
     Yo no quiero hacerles daño, me dan mucha pena, solo  quiero que se busquen otro refugio, porque ahora en el invierno no es plato de gusto llegar y  lo primero que haya que hacer sea ponerse a quitar cacas de paloma de la terraza, para poder salir a abrir los toldos. 

     Espero que por fin no puedan entrar y se busquen su propia casa. 



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La Paloma

Se equivocó la paloma, 
se equivocaba. 

Por ir al norte, fue al sur 
creyó que el trigo era agua, 
se equivocaba. 

Creyó que el mar era el cielo 
que la noche, la mañana, 
se equivocaba, 

Que las estrellas, rocío 
que la calor, la nevada, 
se equivocaba, 

Que tu falda era tu blusa 
que tu corazón, su casa, 
se equivocaba, 

Ella se durmió en la orilla, 
tú en la cumbre de una rama. 

                                                             Rafael Alberti 

2 comentarios:

  1. No se equivoca la paloma, no...ella siempre vuelve a casa y no solo por Navidad!
    Os ha cogido cariño y es una más de la familia, haceros a la idea!
    Sigue contando, que todavía dará de sí la historia de Juanita.

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