Ya lleva mamá dos meses y medio en la residencia. No sé si está mejor, igual o peor que cuando la llevamos porque va por días Bueno mejor que los primeros días sí, porque entonces tuvo un bajón y luego una curva ascendente y descendente, continua. Ahora parece que tiene una línea estable. El nivel de salud física, mejor; aunque no sé por cuanto tiempo porque no quiere comer. En cuanto a su salud psíquica... mas o menos. Cuando está espabilada habla por los codos. Y, aunque no sigue la conversación, sí contesta a lo que le preguntas, y a veces con chascarrillos y refranes.
La vida en la residencia es rutinaria, aunque procuramos salpicarla de alguna variedad. No sé a qué hora la levantan, pero nos piden que no vayamos antes de las once porque hasta esa hora están con el aseo personal, los desayunos y la limpieza de las habitaciones.
Cuando llego (hablo por mí), subo a recogerla a su planta, al pequeño salón que utilizan de comedor. Hay días que la encuentro dormida, con la cabeza inclinada y la barbilla sobre el pecho, como desvalida. Le hablo y a veces consigo que se espabile. Cuando la encuentro despierta, me mira como si me dijera, ¿Qué haces aquí?. Le saludo, le doy un beso y le pregunto que qué tal está. Hace un gesto girando hacia un lado y otro la mano abierta para decirme que regular. Le pregunto que si ha dormido bien... que si ha desayunado... y ya se va situando poco a poco, y situándome a mí. Pido permiso para llevármela y antes de bajarme con ella al salón social paso por su habitación; le repaso el peinado... le pongo los pendientes... el collar... el reloj... alguna pulsera... Cojo sus gafas... un chal o una chaqueta... una mantita para las piernas... compruebo que lleva las medias, y ya me bajo... Algunos días llega Manolo antes que yo y entonces la recoge él del comedor. Cuando llego, ya están en el salón social.
Los lunes, miércoles y viernes la llevamos a "terapia ocupacional". Otras veces vemos la tele, que ya parece que se fija mas en ella, y si el tiempo está bueno, la bajamos a la calle. Alguna mañana, de vez en cuando, nos acompaña Ángel.
Para llegar a la acera, hay que salvar una serie de escalones así es que la montamos en la plataforma que hay en la entrada para tal efecto y... ¡ale!, como si fuera la feria. Llegamos hasta la segunda manzana y cruzamos el semáforo, con la silla a la carrera, porque si no, no da tiempo. Paseamos por el bulevar que está salpicado de terrazas... quioscos de prensa... de flores... y gente paseando; ¡muy animado!. A veces entramos en la iglesia que está de paso a hacer una visita, aunque para subir con la silla la rampa que tiene a la entrada, hay que estar en forma. Y otras veces vamos de tiendas por el barrio... Vemos escaparates... y compramos alguna golosina.
Continuará...
Frase:
La vida en la residencia es rutinaria, aunque procuramos salpicarla de alguna variedad. No sé a qué hora la levantan, pero nos piden que no vayamos antes de las once porque hasta esa hora están con el aseo personal, los desayunos y la limpieza de las habitaciones.
Cuando llego (hablo por mí), subo a recogerla a su planta, al pequeño salón que utilizan de comedor. Hay días que la encuentro dormida, con la cabeza inclinada y la barbilla sobre el pecho, como desvalida. Le hablo y a veces consigo que se espabile. Cuando la encuentro despierta, me mira como si me dijera, ¿Qué haces aquí?. Le saludo, le doy un beso y le pregunto que qué tal está. Hace un gesto girando hacia un lado y otro la mano abierta para decirme que regular. Le pregunto que si ha dormido bien... que si ha desayunado... y ya se va situando poco a poco, y situándome a mí. Pido permiso para llevármela y antes de bajarme con ella al salón social paso por su habitación; le repaso el peinado... le pongo los pendientes... el collar... el reloj... alguna pulsera... Cojo sus gafas... un chal o una chaqueta... una mantita para las piernas... compruebo que lleva las medias, y ya me bajo... Algunos días llega Manolo antes que yo y entonces la recoge él del comedor. Cuando llego, ya están en el salón social.
Los lunes, miércoles y viernes la llevamos a "terapia ocupacional". Otras veces vemos la tele, que ya parece que se fija mas en ella, y si el tiempo está bueno, la bajamos a la calle. Alguna mañana, de vez en cuando, nos acompaña Ángel.
Para llegar a la acera, hay que salvar una serie de escalones así es que la montamos en la plataforma que hay en la entrada para tal efecto y... ¡ale!, como si fuera la feria. Llegamos hasta la segunda manzana y cruzamos el semáforo, con la silla a la carrera, porque si no, no da tiempo. Paseamos por el bulevar que está salpicado de terrazas... quioscos de prensa... de flores... y gente paseando; ¡muy animado!. A veces entramos en la iglesia que está de paso a hacer una visita, aunque para subir con la silla la rampa que tiene a la entrada, hay que estar en forma. Y otras veces vamos de tiendas por el barrio... Vemos escaparates... y compramos alguna golosina.
Continuará...
Frase:
"Lo bello del desierto es que en algún lugar esconde un pozo".
Antoine de Saint Exupery
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