Sobre la una menos cuarto, regresamos a la residencia y ¡vuelta a subir en la plataforma para salvar los escalones!. Yo creo que le gusta, desde luego mas que el ascensor, porque en él protesta muchas veces.
Ahora llega uno de los momentos cruciales del día: ¡la hora de la comida!. Ya sube diciendo que no quiere comer, que ya ha comido en su casa. Yo me armo de paciencia y me digo ¡Adelante!. He utilizado todos los trucos: la suavidad... la persuasión... la indiferencia... el enfado... la amenaza de que si no come le tendrán que poner una sonda por la nariz. ¡Todo le da igual!.
- Estoy harta de puré.- Déjame en paz.
- No quiero mas.
- Llevo cuarenta años comiendo puré.
- Tíralo por la ventana
- Tíralo a la basura sin que te vean.
- No vuelvo a venir contigo.
Manolo se aburre de oírnos desde el pasillo, y se marcha. He probado a dejarla en el comedor para que ellas, las auxiliares que están mas acostumbradas, le den de comer, pero nada, hemos obtenido el mismo resultado. Lo único que hace mas o menos bien es el desayuno y la merienda.
Cuando damos por terminada la comida, la llevo a su habitación, le pongo la tele y juntas esperamos que vengan a acostarle un ratito la siesta. Entonces me voy, hasta el día siguiente.
Las tardes, según me cuentan, transcurren mas o menos. Mª Jesús sube a recogerla a su habitación sobre las cuatro y media o cinco menos cuarto, que ya la han levantado de siesta, y se la baja al salón social. Le da de merendar y la baja al gimnasio para que haga un poco de ejercicio andando por las paralelas. Después se la lleva a la terraza de la cafetería donde toman un poco el aire y algún refresco.
Algunas tardes hay actos lúdicos en el salón. Por ejemplo: juegos participativos que organiza la encargada de terapia ocupacional, a veces les preparan un Bingo. También celebran cumpleaños colectivos, e incluso alguna vez les visita algún grupo musical que les da un pequeño concierto.
Los domingos por la tarde abren una puertas correderas que están en un extremo del salón y dejan al descubierto una pequeña capilla con un altar desde donde oficia Misa, para el que quiera asistir, un sacerdote que les involucra y les anima a participar. Esta semana, precisamente, el jueves tienen la Misa del Pilar, en la que cantará el coro de la residencia y amenizaran la tarde con "jotas".
Los fines de semana, la falta de actividades se suplen con las visitas. Es cuando suelen venir Aurelio y Adela. También Javier suele venir uno de los días y muchos sábados lo hacen su hermana Fe y Calixto. Así mismo recibe de vez en cuando la visita de sus nietos.
Los viernes y cuando su trabajo se lo permite, Rosamari se incorpora para turnarse y acompañar a mamá durante el fin de semana.
Agustín ha dicho que volverá pronto.
Esta es mas o menos la vida de mamá... y la nuestra, en la residencia.
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Frase:
"Solamente aquél que contribuye
al futuro tiene derecho a juzgar el pasado". Friedrich w. Nietzsche
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