30 de septiembre de 2014

CRÓNICAS DE OTROS TIEMPOS


Sigue...

      Aparte de cabras y cerdos, los abuelos tenían otros animales. Por ejemplo las ovejas. No sé cuantas había pero era un rebaño; y para cuidarlas tenía un pastor. ¿Os hablé ya de él?. Daba un poco de miedo, aunque era muy buena persona. Se llamaba Emeterio y era como de cuento... como de cuento de miedo. Bajito y con chepa, tenía pocos dientes y separados. Llegaba todas las tardes con su zurrón y su cayada después de dejar las ovejas en un corral que estaba algo mas alejado de la casa.  Se sentaba al lado de la lumbre a dar el parte y comer el cocido, que la abuela le reservaba del de mediodía. Ya os dije, creo, que en el pueblo  exceptuando en las fiestas, que mataban algún pollo, todos los días del año se comía cocido. ¡Tenían poco que pensar!.

     En el mismo corral en que se guardaban las ovejas, allá por las traseras de la calle Real, había gallinas. Y todos los días la abuela iba a darles de comer y recoger los huevos. Yo la acompañé muchas veces y la ayudaba a buscarlos en los nidales. 

     También en el corral de casa había algunas gallinas, que andaban  por todos lados, la abuela las llamaba para darles de comer: "pitas pitas pitas" y ellas se arremolinaban a su alrededor. ¿Sabéis que yo me comía huevos crudos?. Supongo que por indicación de la abuela o de las tías... lo cierto es que según lo recogía del nidal, le hacía un agujero por la punta, le echaba un pellizco de azúcar y ¡¡lo sorbía!!... ¡Puaff!.

     Otro animal que había era un burro... ¿o burra?, que algunas veces cargaba con el serón de los melones, o las aguaderas de los cántaros. E incluso con alguno de nosotros, para ir al Pedroso. También estaba el mulo, "Minuto", ¿Lo recordáis?. Ya os hablé de él, cuando fui con papá al Pedroso, que para arrearlo decía -corre, corre... minuto, medio minuto, minuto y medio-...

                                                                                   Continuará.... un poquito mas.


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     ¡Ah!, Ya está identificada la dama misteriosa de la fotografía en el corral. Aurelio ha recordado que era la hija pequeña de tío Saturnino, el primo de papá que vivía en Plasencia. Tenía dos hijas, la mayor se llamaba Carmela, era modista, y precisamente he sabido que le hizo el traje de novia a tía Fe. No recuerdo el nombre de la pequeña, la de la foto. Al morir papá perdimos el contacto con la mayoría de sus primos, pero en aquel tiempo siempre que íbamos al pueblo, y parábamos en Plasencia para coger el autobús, pasábamos a visitarlos o ellos hacían por vernos.  Probablemente su hija estaba pasando las fiestas en el pueblo. ¡Uf, que descanso!.

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Frase:

"No soy el producto de mis circunstancias, soy el producto de mis decisiones"                                                                                                        
                                                                                                           Stephen Covey.

27 de septiembre de 2014

CRÓNICAS DE OTROS TIEMPOS

      ...continuación

      Os he contado lo que recuerdo que se guardaba en la bodega. Bueno, se me olvidaba lo de la leche. Creo que os dije que los abuelos tambien tenían alguna cabra, que al igual que los cerdos, pasaba un cabrero por las mañanas recogiéndolas para llevarlas al campo y las devolvía por la tarde. Cuando llegaba, la abuela se sentaba en una banqueta o sillita baja a ordeñarla y después cocía la leche en una gran sartén; cuando la vaciaba en la lechera las paredes de la sartén se quedaban impregnadas de una capa gruesa como de nata, que nosotros rebañábamos con una cuchara y estaba deliciosa.

    Ahora os contaré lo que recuerdo que se guardaba en la troje. Entre otras cosas, los melones y las sandías. Nada que ver con los que compramos ahora. Los melones eran puro azúcar y las sandías, de esas que crujen cuando las abres y que al verlas se te hace la boca agua, llenas de pipas negras -¡¡No sé que moda es esa de las sandías sin pipas!!.  No sé donde tenía el terreno en el que se sembraban, pero sé que entonces eran de secano, que es la fruta mas dulce. Algunos melones se colgaban en el techo del pasillo, con una especie de rejilla que se hacía de juncos y duraban hasta Navidad, o mas. Cuando salía algún melón o sandía  que al abuelo le parecía excepcional, guardaba las pipas, después de secas,  para simiente del próximo año y las metía en unos cántaros que también estaban en la troje. Las había de melón, de sandía... y de calabaza.

     En una ocasión, Aurelio se dio un susto de muerte. No sé si uno de los tíos o el abuelo le mandaron que subiera a por un melón y cuando abrió la puerta de la troje para subir, por poco se cae de espaldas al tratar de huir. Le habían puesto en lo alto de la escalera, el cascarón de una sandía convertido en una cabeza, con los huecos de los ojos y grandes dientes, y una vela encendida dentro. Igual que las calabazas que ponen ahora en la noche de halloween, pero que en aquel entonces ni se había oído hablar de tal fiesta.

     En cambio a mí, en uno de los ventanucos de la troje me dejaron un año los reyes, unos calcetines grises largos, una naranja y unas monedas.

    Ignacio dice que sentado en los peldaños de la troje, con ocho años, aprendió a hacer crucigramas con el ABC del abuelo.

     Había otra finca, "La Cortina", que dependiendo de la época del año, sembraban una cosa u otra. Y así,  aparte de los melones... las sandías... los cántaros de simientes... y algunos aperos de labranza, en la troje había: garbanzos... trigo... cebada... Ya veis lo que la troje daba de sí... Subir allí, era una aventura.
                                                                          Continuará...



Esto es por regalaros una foto de la zona.
La casa de enfrente de los abuelos, y donde yo nací.

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Frase:

"Un amigo es uno que lo sabe todo de tí y a pesar de ello te quiere"
                                                 
                                                                          Elbert Hubbard.


     

24 de septiembre de 2014

CRÓNICAS DE OTROS TIEMPOS

     Este tiempo de atrás, hablando con mi primo Ignacio me recordó y rectificó alguna de las cosas que yo había puesto, con dudas, en la página de la casa de los abuelos. Por ejemplo me confirmó que solo había una alhacena, al lado izquierdo de la chimenea, o que la tinaja del agua no estaba al final del pasillo sino en la bajada del escalón a la  cocina, (que no deja de ser el final del pasillo...). Aunque creo que cosas que él me dijo y yo no recordaba, lo siento Ignacio, las confundía con la casa de sus otros abuelos. 

    Voy a completaros lo que dejé pendiente de la casa en mi anterior post, pues en esa conversación recordé algunos detalles. Y estas crónicas son de mis recuerdos.

     Os dije que os hablaría de la bodega y la troje. Pues bien, la bodega era un cuarto-despensa lleno de cosas ricas. Siempre estaba muy oscura. Creo que había unas tinajas con aceite, pues el abuelo tenía algunos olivos; también estaba la artesa donde se amasaba el pan, que luego, se llevaba en unos tableros, a cocer al horno de la tahona, y una vez cocido, se guardaba en la bodega, en una tinaja. Creo que ya os conté que el pan se hacía para toda la semana y que la abuela no dejaba nunca comer el pan del día. (Ignacio, lo que había al final del pasillo no era la tinaja del pan sino unos cántaros). 



Para los que no sepáis qué es una artesa
     En orzas, y colgados, se guardaban los productos de la matanza, que se hacía todos los años. Chorizos, morcillas y patateras. Lomo y costillas, que se adobaban.  

     El día de la matanza era una fiesta. También me tocó estar en alguna de ellas.

     Durante todo el año, se engordaba o cebaba al cerdo. Por las mañanas, creo que ya os lo conté, pasaba el porquero tocando una especie de trompetilla y se llevaba a los cerdos -¡cual flautista de Hamelín!- al campo para que se alimentaran con bellotas, o lo que sea, y los devolvía a casa en el transcurso del día.

     Cuando llegaba su día, que no sé si era el de San Martín, se reunían en casa de los abuelos un montón de gente para echar una mano. Recuerdo a tío Arsenio y otras personas persiguiendo al cerdo por el corral, que huía gruñendo porque debía imaginarse lo que se le venía encima, unos y otros entrando y saliendo por los huecos de puerta que había entre las distintas zonas del corral. Cuando conseguían alcanzarlo, procedían... Luego en la explanadita o plaza que había delante de la casa, preparaban una hoguera donde lo chamuscaban. No sé en qué orden, pero recuerdo estar en el arroyo con algunas mujeres lavando tripas y nosotros montando en un columpio que nos habrían hecho con una soga en un árbol.  Lo siguiente que recuerdo es a todas las mujeres sentadas en la cocina, como en corro, haciendo el embutido. Unas iban llenando las tripas, a mano, o mejor dicho a dedo, otras las ataban y otras con un corcho  con puntas de alfiler, los iban pinchando, ahora sé que para sacarle el aire. Esta tarea estaba siempre amenizada por las ocurrencias de tía Rogelia  que parece que la estoy viendo: oronda... con sus faldones largos y negros...  y su pañuelo a la cabeza. Aparte de los productos típicos que todos conocemos, allí se hacía "turra", que era como bloques de sangre cuajada, que luego creo que se comía rehogada con cebolla.(??).

     También en la bodega, hacia el centro, colgada del techo por unas abrazaderas, había una balda grande donde la abuela Petra ponía la leche... y en un cuenco grande el tomate frito, hecho con mucha paciencia y que estaba tan rico. Mamá tambien lo hacía muy rico, ¿recordáis?. Decía que lo aprendió de su madre.

     También se guardaba el tomate natural, conservado en botellas de cristal.
Y el queso en aceite... Y las aceitunas...

     Lo cierto es que en esa época, la mayoría de las casas llenaban  su despensa con  los productos de su propia cosecha. El abuelo tenía una huerta, donde sembraban las hortalizas necesarias para el sustento. Y luego tenía "la huertina", que estaba al lado del arroyo,  y donde había un granado... y una higuera... y donde nacían tambien azucenas. En ella había una noria pequeña que tenía acceso al pozo por uno de los lados, con unas escaleras de piedra hacia abajo por donde recuerdo haber acompañado a tía Fe a coger agua con un cántaro. 


                                                                                            Continuará...

    
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Frase:

"Los hombres pasan, los recuerdos quedan, como quedan las obras de los que algo hacen".                               Víctor Montenegro
                                                                                                             

9 de septiembre de 2014

EL CAMPELLO

     Una escapadita de tres días a la playa para despedirnos del verano. 

     Rosamari, Pepín y yo nos hemos ido a Campello, en Alicante. Playa y descanso. 

     Solo os voy a contar uno de los días que fue especial; visitamos Altea. ¿Lo conocéis?. Pues merece mucho la pena. Siempre habíamos pasado de largo este pueblecito cuando íbamos por la zona, pero esta vez fuimos de propio intento a conocerlo.
    
     Primero estuvimos en la playa: es de cantos rodados blancos. Muy bonita para la vista aunque muy incómoda para los pies. Hay que ir con calzado apropiado. Pasamos allí la mañana.


Playa en Altea


8 de septiembre de 2014

EN EL PANTANO. .

    Continuación...

     Espero poder retomar contacto con el blogg ahora que hemos vuelto y que los horarios y los días se van normalizando. 

     Antes de meterme con el nuevo curso, os haré un pequeño resumen de lo que fueron el resto de las vacaciones en el pantano.