El campesino y la cabra
Un campesino judío, acosado por sus dificultades y con muchos hijos, tras sequías repetidas y sin medios económicos, se dirigió al rabino de su aldea diciéndole que se quería quitar de en medio pues su vida era insoportable.
El rabino trató de tranquilizarle y le hizo una propuesta
– ¿Quieres seguir un plan para cambiar de opinión y ser más valiente ante la vida?
– Sí. Le prometo hacer cuanto me diga.
El rabino entonces, le aconsejó:
– Cómprate una cabra y llévatela a vivir a tu casa.
– ¿Cómo puedo convivir con un animal así y exponer a toda mi familia a sus molestias?
– Hazlo así y ven a verme la próxima semana.
Así lo hizo el labriego y la semana siguiente acudió desesperado:
– No es posible vivir con una cabra.
– No te inquietes –repuso el rabino–y sigue mi consejo: Cómprate otra cabra y haces lo mismo esta semana.
Muy angustiado, El campesino volvió una semana después, más resentido que nunca.
– Confía en mí, dijo el rabino, y triunfarás: Llévate una tercera cabra a tu casa y la próxima semana ven a verme.
Nuestro hombre, en el límite de su desesperación, volvió pasada otra semana y su consejero le dijo entonces:
– Ahora te queda la parte final. Vende una cabra y ven a verme la semana próxima.
El rabino trató de tranquilizarle y le hizo una propuesta
– ¿Quieres seguir un plan para cambiar de opinión y ser más valiente ante la vida?
– Sí. Le prometo hacer cuanto me diga.
El rabino entonces, le aconsejó:
– Cómprate una cabra y llévatela a vivir a tu casa.
– ¿Cómo puedo convivir con un animal así y exponer a toda mi familia a sus molestias?
– Hazlo así y ven a verme la próxima semana.
Así lo hizo el labriego y la semana siguiente acudió desesperado:
– No es posible vivir con una cabra.
– No te inquietes –repuso el rabino–y sigue mi consejo: Cómprate otra cabra y haces lo mismo esta semana.
Muy angustiado, El campesino volvió una semana después, más resentido que nunca.
– Confía en mí, dijo el rabino, y triunfarás: Llévate una tercera cabra a tu casa y la próxima semana ven a verme.
Nuestro hombre, en el límite de su desesperación, volvió pasada otra semana y su consejero le dijo entonces:
– Ahora te queda la parte final. Vende una cabra y ven a verme la semana próxima.
Pasado el plazo, informó que se notaba más paz en su casa con una cabra menos. Entonces el rabino le sugirió que se deshiciera de la segunda cabra. Una semana después, el labriego consideró que era más tolerable vivir con una sola cabra y, cuando recibió el consejo de vender la tercera cabra, al volver confesó:
– ¡Qué tranquilos y felices somos hoy en casa al estar sin cabras!. La vida es maravillosa ahora.
El rabino, entonces, le dijo:
– Ninguna contrariedad es tan grande como suponemos al principio. No hemos de desesperar nunca. ¡Siempre hay una situación peor!
¿Por qué os cuento esta historia? pues todo tiene su razón. Creo que la obra de mi cocina es comparable al desarrollo de la historia y ahora me encuentro en el momento en que he vendido la segunda cabra.
¡¡Voy empezando a respirar!!
– ¡Qué tranquilos y felices somos hoy en casa al estar sin cabras!. La vida es maravillosa ahora.
El rabino, entonces, le dijo:
– Ninguna contrariedad es tan grande como suponemos al principio. No hemos de desesperar nunca. ¡Siempre hay una situación peor!
¿Por qué os cuento esta historia? pues todo tiene su razón. Creo que la obra de mi cocina es comparable al desarrollo de la historia y ahora me encuentro en el momento en que he vendido la segunda cabra.
¡¡Voy empezando a respirar!!
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Siempre hay que buscar un motivo para estar bien. Porque siempre podría ser peor. Espero que tú cocina se acabe pronto y verás que contenta vas a estar.
ResponderEliminarMuchas gracias por escuchar y leer mis reflexiones y bienvenidos tus buenos deseos. Un abrazo.
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