26 de noviembre de 2016

LA ALHAMBRA Y BOABDIL

     Hace unos días, en la tele, hablaron de la Alhambra y me vino a la memoria una anécdota que me sucedió cuando la visité hace ya algunos años. No diré cuantos porque cada vez se me pasa el tiempo mas deprisa y cuando yo creo que han pasado dos años, han pasado seis y me llevo unos sobresaltos tremendos. Bueno la cuestión es que la Alhambra siempre me ha fascinado. Tiene para mi un halo de misterio. Siempre había deseado conocerla y nunca había tenido ocasión ni había hecho intención, quizá por eso de que no se rompiera el hechizo. Pero, llegó el momento...



  
     Había leído "Cuentos de la Alhambra", en los que Washington Irving nos relata su viaje a Sevilla y Granada, allá por el año 1829 0 30, en el que tuvo la suerte de vivir en la Alhambra y recoger de los entonces moradores, todas las maravillosas leyendas y secretos que tenía ese lugar. Por otro lado, tambien había estado leyendo "El Manuscrito Carmesí", de Antonio Gala, donde nos cuenta la historia novelada de Boabdil, y de su vida en la Alhambra. Sí, aquel al que su madre dijo cuando perdió la Alhambra y tuvo que entregar las llaves a los Reyes Católicos -"Llora como  mujer, lo que no has sabido defender como un hombre". Todo lo que caía en mis manos sobre este palacio, lo devoraba, con lo cual cuando preparamos el viaje me parecía que ya conocía al dedillo todos sus rincones y me sentía como si fuese a un viaje iniciático.

     Preparamos el viaje. Nos fuimos Rosamari, ...., Pepín y yo. Teníamos las entradas para primera hora de la mañana del segundo día que pasamos en Granada, y allí estábamos. En punto. 


¡¡La Alhambra!!

      Ahí estaba, esperándonos. Una fortaleza de sobrias líneas y recios muros, que ocultan al exterior las maravillas que guarda en el interior. Una construcción que a pesar de sus dimensiones está totalmente integrada en su entorno y diseñada guardando las lineas de la Sierra Nevada que tiene detrás.

     Llevábamos un libro guía y adquirimos también un aparato de esos que te van explicando lo que vas viendo en cada espacio. La verdad es que era emocionante estar allí, Ir recorriendo todas las dependencias: El patio Mexuar, el de los Arrayanes, la sala de la barca, la de las dos hermanas, la de los Abencerrajes... y esa maravilla de patio de los leones. Un conjunto de una gran belleza  por el sentido de armonía y proporción con que se construyó. Y luego, pensando en la cosas que allí sucedieron y en todas las leyendas y tesoros escondidos que dicen que guarda la Alhambra, yo iba como en una nube.. 
     Después de andar por un pasadizo y pasar algún espacio que no se podía visitar, íbamos llegando al jardín del Partal cuando vimos un grupo de guardas de los de seguridad  reunidos y mirando hacia los árboles, pero seguimos caminando sin darle importancia, por lo menos yo, que leyendo la guía y escuchando el aparato, no me interesaba nada de lo que pasaba a mi alrededor ni quería perderme detalle.


El Partal
     Me paré en la escalinata que queda frente al Partal, al otro lado de la alberca, escuchando la audioguía. En mi ensimismamiento me pareció ver a la gente retirarse muy deprisa del lugar... Y de pronto... todo pasó en la fracción de un segundo.  Sentí algo muy suave y liviano que rebotó en mi cabeza.  Vi venir corriendo, a Pepín, creo que a Rosamari, y a todos los guardas de seguridad  hacia mí, preguntándome si me encontraba bien. Les miré como alucinada, totalmente despistada porque no sabía muy bien que estaba pasando. Ellos insistían:
- Pero, se encuentra bien?
- Sí, perfectamente, contesté. Por qué?
- Te acaba de atacar un águila! me dijo Pepín. 
Te ha levantado los pelos para arriba. ¿No has notado nada? Dijo como incrédulo.
- Bueno, ahora que lo dices, sí. He notado como si algo se hubiera apoyado en mi cabeza para tomar impulso, pero muy suavemente... con mucha delicadeza.

     Entonces los guardas nos explicaron que había un águila que rondaba la Alhambra hacía un par de días y que atacaba a las personas. Que el día anterior habían estado operarios de Icona pero no habían podido capturarla porque al ser una especie protegida no lo podían hacer de cualquier manera y que habían quedado en volver con una red.

     Pero yo tengo mi propia teoría.  Creo que el águila era el espíritu de Boabdil, que vino a saludarme, pues como reza la canción:  "Dicen que es verdad, que nunca se fué, condenado está a vivir siempre en la Alhambra  y a llorarla..."  

     No he vuelto a visitar Granada, y eso que no pudimos ver el Generalife porque estaba en obras, pero sigo enamorada de la Alhambra. De hecho, todos los que conocen mi casa saben que  desde siempre, sobre el sofá del salón, tengo una colección de grabados antiguos de la Alhambra.



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     "Dale limosna mujer, 
que no hay en la vida nada 
como la pena de ser 
ciego en  Granada". 


    Conocido y acertado poema, grabado en un muro del jardín del Adarve en la Alhambra. Parece ser que el poeta mexicano y embajador de su país en Madrid, Francisco A. de Icaza, casado con una granadina, visitó Granada allá por el año 1895 y al ver a un ciego que de rodillas y en silencio pedía limosna en la Puerta de Justicia, le dijo a su acompañante "Dale limosna mujer... inspirándole ese maravilloso piropo para esta maravillosa ciudad.  





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