Como he contado en el post anterior, fuimos con las niñas a recoger moras al monte, y con el resultado de la recolección decidimos hacer mermelada de acuerdo con una receta que conservaba de hace tiempo. No sé si fué por exceso de azúcar, o porque la cocí demasiado, o por ambas cosas, pero lo cierto es que fué un poco fracaso. La mermelada quedó como si fuera una gran gominola. No se podía extender y estaba gomosa.
Pero no estaba dispuesta a rendirme y cuando nos quedamos solos volví a ir con Pepin a recoger moras para repetir la mermelada.
Me quedó riquísima y, esta vez, de textura impecable. Esta es la receta, una vez hechas algunas rectificaciones.