5 de marzo de 2013

CRÓNICAS SOBRE PAPÁ, IX

         Ya mis recuerdos de Fuentes son como hebras sin ilación. Nombres de personas, como la Sra. Josefa y su hija Pura… con las que me veo en su casa haciendo una muñeca de trapo.  O la señora Jesusa...  anciana, como una pasa, sentada a la puerta de su casa, y su hija peinándole el pelo de un color amarillento. O María “La Carretera”… O el Sr. Jardines… que nos regañaba cuando nos veía pasar de buscar la leche, al vernos hacer círculos en el aire con la lechera llena, diciéndonos que la íbamos a verter.  

     Mis últimos recuerdos de Fuentes son del día de mi Primera Comunión. Aunque he incluido esta página en “Crónicas sobre papá”, igualmente podía ser de  “Casi todo sobre mi madre”.
    

     No tengo ninguna fotografía que me sirva de apoyo de mis recuerdos de ese día, aunque creo que nos hicieron una al grupo en el centro de la plaza. La que tengo, vestida de comunión, me la hicieron meses después en un estudio del barrio de Argüelles, en Madrid, donde vivía tía Carmen, y en ella no llevo ya los tirabuzones que me hicieron ese día.


La  iglesia, una foto de la época

       Vinieron a mi comunión la abuela Petra y tía Rogelia. Tía Rogelia era prima del abuelo Cecilio, y donde ella estaba desaparecía la tristeza. Era como la tía Rogelia de “Mari Carmen y sus muñecos”, con las mismas ocurrencias… con la misma chispa… aunque bastante más voluminosa. Me trajeron un ramo de azucenas de las que crecían en el huerto del abuelo, y con ellas me manché de amarillo el traje de comunión. En la iglesia, nos colocaron en el pasillo central en unos reclinatorios y como éramos un grupo impar y yo era de las mas pequeñas me pusieron en la primera fila y en el centro; en uno de los extremos estaba una hija, o nieta, no recuerdo, de D. Leandro Gascón que me hacía señas, no sé si por mi mancha. Al final de la ceremonia nos impusieron la medalla de “Hijas de María”, que aún conservo, con su cinta azul.
     
     Después fueron desfilando por casa todas las vecinas a verme, como debía ser costumbre, y mamá tenía preparadas bandejas con peladillas y pastas. Bueno todas las vecinas no, porque a la que vivía en la casa del final de la calleja, la “principal”, me llevó mamá para que me viera.
    
      Nuestros días en Fuentes tocan a su fin. Ese mismo verano, corría el año 1952, nos trasladamos a un nuevo destino. Medio pueblo nos acompañó carretera arriba hasta la estación. De esa forma querían mostrar a papá que había calado hondo en ellos. Y dejó huella… ya lo creo, pues muchos años después Manolo visitó el pueblo y yo misma, treinta y pico años después también lo hice y todavía lo recordaban.

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Frase:

"El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos".                                                                                        Willian Shakespeare 





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