LAS VELAS
Las velas encendidas, y por extensión la iluminación navideña... la luz:
parece que simbolizarían el triunfo del día sobre la noche, pues como ya dijimos, las largas noches de invierno, con tantas horas sin luz solar, necesitan ese aliciente para animar el espíritu.
Los típicos bastones de caramelo, tan navideños ellos, que tambien se cuelgan en el árbol; son un dulce de caramelo duro, tradicionalmente blanco con rayas rojas... o verdes... con sabor a menta. Parece ser que fueron creados en centroeuropa en el siglo XVIII.
Aunque existen muchos mitos respecto a como surgieron y su posible simbolismo, la leyenda mas extendida sitúa su origen en Alemania, concretamente en la catedral de Colonia.
Parece ser que fue un encargo del maestro del coro, para los niños que asistían a las celebraciones de navidad, y así evitar que alborotasen. La forma de cayado o bastón tendría un doble significado: por un lado sería en recuerdo a los pastores que adoraron al Niño, y por otro, al ser invertido, sería la inicial de Jesús, el " Buen Pastor".
EL BELÉN
El símbolo por antonomasia de la Navidad contemporánea es el "Nacimiento".
En casa,
hasta donde llegan mis recuerdos, siempre hemos sido de Nacimiento. Sí, siempre
hemos puesto “el Belén” al llegar la Navidad. Ya allí, en Fuentes, papá salía
al campo a buscar musgo para montarlo.
Ahora no está permitido arrancarlo y lo ponemos artificial.
Mamá, también continuo la tradición y todos los años disfrutaba colocando el Belén en un rincón del salón. Nosotros seguimos...
Los antecedentes
En el siglo
IV, con la expansión del cristianismo, la fiesta de Navidad tomó una
forma definida cuando asumió el lugar de la fiesta romana del «Sol invictus», (el
sol invencible). Así puso de relieve que el nacimiento de Cristo es la victoria
de la verdadera luz sobre las tinieblas.
Según el papa Benedicto XVI, el
primero que afirmó con claridad que Jesús nació el 25 de diciembre fue Hipólito
de Roma, en su comentario al libro del profeta Daniel, escrito alrededor del
año 204.
No obstante,
el clima espiritual que rodea la Navidad y la tradición del Nacimiento, tuvo
sus inicios en la Edad Media, propiciado por San Francisco de Asís.
Sucedió en
Greccio, provincia de Rieti, en Italia.
Allí el beato
Francisco, en complicidad con Juan de
Greccio, dueño de unos montes de esa localidad en los que se hallaba una gruta,
preparó la Misa de Medianoche (Misa del gallo), de una manera especial. Para que dicha
celebración no pudiera ser tachada de extraña novedad, pidió antes licencia al
sumo pontífice y, habiéndola obtenido, ordenó que en dicha
gruta se preparase un pesebre, se trajera heno, un buey y un asno, con el fin de predicar y hacer comprender a la gente el verdadero sentimiento del
nacimiento frío y humilde que sucedió en Belén.
Cuenta la leyenda que algunos incluso creyeron ver al Niño Jesús en el pesebre.
Después de este episodio, se
sucedieron otras representaciones y de ahí nacería la tradición de los belenes,
hasta nuestros días.
"Frente a una cultura
consumista que tiende a ignorar los símbolos cristianos de las fiestas
navideñas, preparémonos para celebrar con alegría el nacimiento del Salvador,
transmitiendo a las nuevas generaciones los valores de las tradiciones que
forman parte del patrimonio de nuestra fe y cultura”.
Benedicto XVI, 21 de
diciembre de 2005
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