22 de noviembre de 2008
2º día en Barcelona. Hoy tocaba Gaudí. Hemos salido del hotel sin desayunar, camino del parque Güell. Tomamos el metro en "Glories" sin ver una cafetería. Valió la pena esperar porque después nos comimos unas ensaimadas riquísimas al salir en "Lesseps" en una cafetería muy coqueta. Desde allí emprendimos la marcha hacia el parque; un km. y medio con una cuesta bastante pronunciada en los últimos 300 m., pero que se nos olvidaron en cuanto avistamos la entrada al parque ¡Increíble! parece un cuento fantástico. Todo con mucho colorido, con formas exageradas, gran profusión de motivos inspirados en la naturaleza... pero realmente armónico, bueno: GAUDI.
Hemos pateado el parque bien, incluso hemos visto la casa-museo donde están recogidas habitaciones completas de casas diseñadas por Gaudí con su mobiliario original, así como una reproducción de su dormitorio con una cama que yo no sé si cabría en ella. Después de dar vueltas innecesarias por el parque buscando una salida, diferente a la entrada, y de una malísima señalización, hemos aparecido en el mismo sitio y ¡ala! otra vez los mil cuatrocientos metros hasta el ídem.
Ahora, ¡a la Sagrada Familia! vuelta a coger el metro. Esta vez teníamos que hacer transbordo y héteme aquí que al seguir las indicaciones del mismo, nos mandan a la calle... había obras. Preguntamos a un vigilante y nos dice que sigamos las indicaciones del suelo y ¡ale! una yincana: cruzamos la calle, dimos vuelta a una esquina, pasamos toda la manzana, vuelta a otra esquina, otra manzana, paso de peatones con semáforo, otra esquina, y la boca de metro ¡de chiste!. Estábamos a cuatro pasos de la boca por la que habíamos salido. Nos habían hecho dar una vuelta total a la manzana y a pagar billete otra vez. (aunque creo que aunque pasamos el billete no nos picó).
En fin, llegamos a la Sagrada Familia y nos quedamos impresionados de la monumentalidad del edificio. Aunque también por lo retrasadas que están las obras y eso que lleva mas de cien años empezada. Esperamos como una hora para subir con el ascensor a las alturas, y nada mas llegar arriba Pepín se bajó porque se ponía malo del vértigo. No sé si mereció la pena subir porque allí se veía poco de la obra en sí. Una escalera muy estrecha para bajar, de caracol, y cuatrocientos y pico peldaños. Si no fuera por las risas que pasamos Rosamari y yo... Se nos rilaban las piernas cuando llegamos abajo.
Desde allí nos fuimos a Montjuic: en el metro hasta Paral-lei, luego un funicular y después un autobús que nos llevó al Pueblo Español. Entramos por la Puerta de San Vicente de las murallas de Ávila. Se nos había hecho la hora de comer así es que nos metimos en un restaurante y comimos. Después recorrimos todo el pueblo, que está compuesto de réplicas de casas emblemáticas de diferentes ciudades de España, formando un conjunto muy agradable y con mucho sabor. En la calle de la Conquista hay reproducción de varias casas de Cáceres, en la plaza de Aragón hay una torre mudéjar, también hay un rincón andaluz, una plaza castellana y rematando, una gran plaza Mayor con diferentes espacios de soportales correspondientes a diferentes lugares de España. ¡Muy bonito!
Salimos del conjunto y nos encaminamos hacia la plaza de España, dimos un paseo por la Av. de la Reina María Cristina, haciendo tiempo a que fuesen las siete y ver el espectáculo de la Fuente Mágica en las inmediaciones del Museo Nac. de Arte de Cataluña, que se veía impresionante pero que lo hemos dejado pendiente para una próxima visita. El espectáculo de la fuente ha sido deilicioso. Durante casi media hora un continuo cambio de formas, luces y color de las aguas de una inmensa fuente, acompañado todo ello, a compás, con una música clásica maravillosa, que conocía muchísimo pero que como no soy melómana y no tengo muy buena memoria, no recuerdo, o no sé. Desde luego creo que era de Mozart, de Verdi, y seguro un vals de Strauss. Terminó con el himno de Barcelona por Monserrat Caballé. Lo dicho: una delicia y un marco incomparable: ¡emocionante!, para repetir la próxima vez.
Nos volvimos por las Ramblas con el fin de cenar en algún sitio de tapas, pero después de dudar, y de salirnos de un sitio al que casi nos metieron a la fuerza, porque salen a buscarte a la calle con mucha insistencia, y muy serviciales, hemos dado con nuestros pasos en la Plaza Reial, algo que se nos había escapado en nuestros paseos por la zona. Y ¡bendita hora! porque hemos cenado en un sitio de los que hay que apuntar "Les quinze nuits", un lugar encantador, hemos comido muy bien, un precio asequible, un servicio exquisito y un ambiente muy agradable. ¡absolutamente recomendable!. Después hemos subido dando un paseo por las ramblas ¡otra vez! hasta el metro de Pº de Gracia y hemos vuelto al hotel. Son las once de la noche y estamos rotos. Pepín ha metido los pies en agua de sal. Plegamos. Hasta mañana.
Un viaje estupendo que hay que repetir! Una ciudad con buen ambiente y llena de vida. Convulsa ahora, esperemos que por poco tiempo. Rosa Mari.
ResponderEliminarSí, tendríamos que volver, dejamos muchas cosas pendientes. ¡Pero cómo disfrutamos!
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