24 de septiembre de 2019

JUANITA, UNA HISTORIA SIN FINAL

     Os dije que os contaría la historia de Juanita. Pues aquí está, 

Esta es Juanita, la okupa. 



Claro que no fué ella  sino su madre la que ocupó mi terraza, dejando sobre la tumbona a su descendencia.

Esto es lo que nos esperaba, al llegar.
     Podéis imaginar nuestra sorpresa al llegar con las niñas y encontrarnos semejante panorama en la terraza. Asustamos a la madre que salio volando a gran velocidad. A la misma que nos metimos nosotros para dentro de casa.

Un montoncito de pelusa sobre un puñado de palos

     Evitábamos salir a la terraza y solo lo hacíamos para abrir y cerrar las cortinas de toldo y cuando observábamos que no estaba la madre. Hasta que decidimos aislarla un poco llevándola  hacia el  rincón de la leña y poniendo la tumbona de espaldas.  Echamos hacia dentro y sobre la tumbona, la cortina  del toldo y dejamos a la cría  fuera de nuestra vista, aunque las voces de los niños, que ya eran cuatro, no podíamos evitarlas. La madre venía a ratos cuando notaba que no estábamos, y tal vez por la noche. Y nosotros seguíamos entrando en la terraza con precaución.

El segundo huevo nunca se abrió y un día desapareció misteriosamente.
     Así estuvimos otro par de días. Había que buscar una solución definitiva para que ellas estuvieran bien y nosotros con libertad de entrar, salir y estar en la terraza. Busqué una caja de cartón en el trastero y me dispuse a hacerles una casa para ponerla fuera de la terraza, colgada de la barandilla,  pero Pepín me chafó la idea diciéndome que eso no aguantaría, y al final, entre Alberto y él prepararon un balde de cinc que tenemos para echar las cenizas cuando se limpia la chimenea en el invierno por si todavía no están suficientemente apagadas, y con unas abrazaderas lo colgaron del soporte de la persiana corredera que tiene la ventana de la habitación contigua. Allí trasladaron el nido y al pollo.

Después de unos días
     Mi temor era que la madre lo abandonara al ver que habíamos manipulado el nido. Así que pensé en alimentarlo yo. Hice una papilla con pan y agua y traté de dársela con una jeringuilla desde la terraza, pero cerraba el pico y gruñía. Me quedé tranquila cuando vi aparecer al padre o a la madre que le traían de comer.
     Por el día hacia calor pero por la noche refrescaba y como el pollo aún no  tenia plumas, solo una pelusilla, me dio pena y busqué un gorro suavecito que tenía por allí y se lo puse al lado para que le diera un poco de calor, ya que la madre no paraba en el nido. Mi sorpresa es que por la mañana estaba completamente tapado con el gorro. ¡le gustaba!.

     Pensé en llamar al ayuntamiento para que pasaran a recogerla o me dijeran si había algún centro al que pudiera acudir para que se hicieran cargo. Pero cuando lo comentaba con alguien se lo tomaban a broma y lo único que me decían es que las palomas torcaces eran muy apreciadas en gastronomía. Yo empeñada en que saliera adelante y todos los demás queriéndosela comer.
     Así iban pasando los días y la paloma iba creciendo y cubriéndose de plumas. La madre venía a darle de comer tres o cuatro veces al día y nosotros podíamos hacer vida normal en la terraza.

Juanita adolescente, (o Cuatrojosynove)
     Decidimos buscarle un nombre y barajamos entre Martina, por el pueblo, o Juanita por el pantano y finalmente optamos por este ultimo. 
     El asunto del nombre tiene un poco de controversia porque mi nieta dice que esos eran los nombres que pensamos para la madre pero que el nombre del pichón nuevo era "cuatrojosynove", nombre que leyeron en un poema de un cuento de Gloria Fuertes que andaba por allí desde que los chicos eran pequeños, "Piopio Lope el pollito miope", y que  todas las  noches leíamos un poco  antes de dormir. 
     Sea como fuere, yo hablo siempre de Juanita refiriéndome a la nueva paloma, sin saber si es chico o chica

     Una tarde-noche que llovía copiosamente, y dado que el barreño estaba a la intemperie,  pensé en cubrirlo para que no se ahogara la paloma. Asi que la cortina del toldo que servía de separación se la eché por encima y coloqué un palo, a modo de tienda de campaña y aunque al principio protestó algo luego la vi acurrucada muy agustito. No sé si la madre pudo pasar a darle de comer pero era preferible que no le cayera encima semejante chaparrón.

      Nos acostumbramos la una a la otra y así transcurrió el mes. Juanita creció y creció y ya era tan grande como su madre. Pensé que se echaría a volar en cualquier momento porque en numerosas ocasiones la sorprendí agitando las alas, subida al borde del barreño y mirando hacia la barandilla de la terraza. 


                                          

     Su madre o su padre, porque a veces venían en pareja, vigilaban desde el borde de una terraza cercana.

La madre vigila en la distancia
     Llegó el día de volvernos a casa y no se decidía a volar. Nos teníamos que marchar y el tiempo amenazaba lluvia. Yo no podía dejar el toldo levantado cubriéndola. Esperé hasta última hora y me despedí de ella.


                                        

     Y allí se quedó, no creo que haya tardado en saltar del nido. Ni sé lo que me encontraré cuando volvamos...


Ella tambien se despidió de mi

---------------------------------


Dicho:

"Quien da pan a perro ajeno, pierde pan y pierde perro"



No hay comentarios:

Publicar un comentario