Momentos antes de que empiece la pomposa celebración de su centésimo cumpleaños, Allan Karlsson decide que nada de eso va con él. Vestido con su mejor traje y unas pantuflas, se encarama a una ventana y se fuga de la residencia de ancianos en la que vive, dejando plantados al alcalde y a la prensa local. Sin saber adónde ir, se encamina a la estación de autobuses, el único sitio donde es posible pasar desapercibido. Allí, mientras espera la llegada del primer autobús, un joven le pide que vigile su maleta, con la mala fortuna de que el autobús llega antes de que el joven regrese y Allan, sin pensarlo dos veces, se sube con la maleta, ignorante de que en el interior de ésta se apilan, ¡santo cielo!, millones de coronas de dudosa procedencia.
Pero Allan Karlsson no es un abuelo fácil de amilanar. A lo largo de su centenaria vida ha tenido un montón de experiencias de lo más singulares: desde inverosímiles encuentros con personajes como Franco, Stalin o Churchill, hasta amistades comprometedoras como la esposa de Mao, pasando por actividades de alto riesgo como ser agente de la CIA o ayudar a Oppenheimer a crear la bomba atómica. Sin embargo, esta vez, en su enésima aventura, cuando creía que con su jubilación había llegado la tranquilidad, está a punto de poner todo el país patas arriba.
"Volvió la cabeza y echó un último vistazo a la residencia de ancianos, que hasta hacía muy poco había considerado su última morada en la tierra, y se dijo que eso de morir bien podía hacerlo en otro momento y en otro lugar"
Mi comentario
Después de los últimos libros que he leído, necesitaba cambiar de chip... leer algo mas ligero... y me he encontrado con una novela original, divertida y amena. Los suecos tambien escriben con sentido del humor.
El autor relata las aventuras vividas por este centenario a lo largo de todo un siglo, entremezclándolas con esta última que inicia al saltar por la ventana. Una historia disparatada y surrealista, llena de sabia ironía, que te sorprende continuamente y que J. Jonasson ha sabido construir de una manera que a mi me parece genial.
Lo mejor de todo, el personaje de Allan Karlsson, con un sentido común aplastante, totalmente natural... sin prejuicios... apolítico... sin credo ni religión... que le da igual quién tenga delante... que actúa por impulsos y nunca piensa las cosas dos veces, hasta el punto de que los grandes personajes con los que se cruza a través de todo el siglo XX, parecen los secundarios de su historia.
Yo lo he pasado muy bien, y lo recomiendo
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