20 de diciembre de 2014

PLATERO

     "Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro".



     Con esta página, yo también quiero unirme al homenaje a Platero, en su centenario. ¿Cómo?...  Pues publicando unos fragmentos del trabajo que hice en la "Uni" sobre uno de los capítulos del famoso libro de Juan Ramón Jimenez. Nos lo pidió el profesor de Lengua para final de curso y él mismo fue el que repartió los capítulos. 

     Me tocó el 42. "El niño y el agua".
           
      Del autor: 
      Juan Ramón Jiménez, nació en Moguer (Huelva) en 1881. Su temprana vocación de poeta le hizo abandonar sus estudios de pintura y leyes en Sevilla, y trasladarse a Madrid a luchar por el modernismo.
     La muerte de su padre, en 1900 le produjo una crisis que le obligó a cuidados psiquiátricos durante varios años y a un largo retiro en Moguer. El miedo a la muerte ya le persiguió el resto de su vida. Se convirtió en hipocondríaco, depresivo, huraño y melancólico y esto se transmitió a su obra, a la que estaba completamente entregado.
     Su vida y obra se desarrollan entre Francia, Madrid y EE.UU., donde se casa con Zenobia Camprubí en 1916, que abandona sus deseos de ser escritora por dedicarse a él..
     En 1936, al estallar la guerra civil española se traslada a América, fijando su residencia en Puerto Rico, donde ejerció como profesor de la Universidad.
     En 1956 le fue concedido el premio Nobel de Literatura.
     Dos años después, en 1958, moriría en esa misma ciudad.
     Está considerado el nudo de enlace entre el modernismo de finales del siglo XIX en el que se formó, y la generación de la poesía pura que comienza con él, su verdadero creador y maestro.

De su obra:
     Toda su vida estuvo en continua evolución y constante corrección de su obra anterior, siempre a la búsqueda de la poesía desnuda y pura. Ejerció una gran influencia sobre los poetas de la generación del 27. 
     En su poesía serán recurrentes la muerte, la concepción amorosa de carácter romántico, la melancolía y el paisaje agreste.
     En prosa su obra mas destacada, y que coincide mas o menos con la etapa sensitiva es el delicioso libro “Platero y yo”, emocionada elegía a un borriquillo escrita en estilo musical y donde funde fantasía y realismo en las relaciones de un hombre y su asno. Es el libro español mas conocido en el mundo, junto con “El Quijote”.

De Platero:
    En 1914 se publicó por primera vez una llamada “edición menor”, de la Editorial La Lectura, que constaba de 64 capítulos, escogidos por la editorial entre los originales de J. R. Jiménez y dirigida a los niños, aunque no estaba escrita pensando en ellos, como lo prueba la “advertencia a los hombres” que hace el autor a modo de preámbulo: ...
”este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba escrito para ... ¡Que sé yo quién!... para quienes escribimos los poetas líricos. Ahora que va para los niños, no le quito ni le pongo una coma ¡Qué bien!".
    La edición completa apareció por primera vez en la Biblioteca Calleja, de Madrid, en Enero de 1917. Consta de 138 capítulos, de una o dos páginas cada uno.
     En un texto dado a conocer por R. Gullón, J.R. Jiménez dice: 
    “Yo paseaba en soledad y compañía con Platero, que era una ayuda y un pretexto, y le contaba mis emociones”. En cuanto al nombre de Platero, dice: “ Platero es el nombre general de una clase de burros: burros color plata; como los mohínos son oscuros y los canos, blancos ...” ”... mi Platero no es un solo burro, sino varios, una síntesis de burros plateros”.

Del capitulo

“EL NIÑO Y EL AGUA”
Capítulo XLII, de “Platero y yo”

     En la sequedad estéril y abrasada de sol del gran corralón polvoriento que, por despacio que se pise, lo llena a uno hasta los ojos de su blanco polvo cernido, el niño está con la fuente, en grupo franco y risueño, cada uno con su alma. Aunque no hay un solo árbol, el corazón se llena, llegando, de un nombre, que los ojos repiten escrito en el cielo azul Prusia con grandes letras de luz: Oasis.

     Ya la mañana tiene calor de siesta y la chicharra sierra su olivo, en el corral de San Francisco. El sol le da al niño en la cabeza; pero él , absorto en el agua, no lo siente. Echado en el suelo, tiene la mano bajo el chorro vivo, y el agua le pone en la palma un tembloroso palacio de frescura y de gracia que sus ojos negros contemplan arrobados. Habla solo, sorbe su nariz, se rasca aquí y allá entre sus harapos, con la otra mano. El palacio, igual siempre y renovado a cada instante, vacila a veces. Y el niño se recoge entonces, se aprieta, se sume en sí, para que ni ese latido de la sangre que cambia, con un cristal movido solo, la imagen tan sensible de un calidoscopio, le robe al agua la sorprendida forma primera.

- Platero, no sé si entenderás o no lo que te digo: pero ese niño tiene en su mano mi alma.





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        (Este capítulo no se incluyó en la edición menor, para niños, de 1914.)

     La escena que describe el narrador en este capítulo, bien pudiera ser un cuadro de Murillo, ...”el buen sevillano pintor de mendiguillos”; aunque tal vez por la luminosidad que desprende la descripción, también podría ser de Sorolla. ¿Añoranzas del autor?.


     El argumento que nos transmite el autor es el de un niño pobre que anhela un futuro mas risueño, o quizás, que sueña que vive un presente distinto.

     El tema que está implícito es el de la injusticia social, o el futuro incierto.


     El lenguaje empleado por el autor es un lenguaje lírico... Poesía en prosa. En él se dan las características propias del modernismo.


     Volviendo a su amor por la pintura, podemos ver que el texto está lleno de contrastes, como los claroscuros: 

  • “la sequedad estéril del gran corralón... y la fuente y el niño en grupo franco y risueño”, “el corralón polvoriento... y el cielo azul Prusia” 
  • “no hay un solo árbol... y el corazón se llena” 
  • “el sol le da al niño en la cabeza... y el agua le pone frescura en la mano”; 
  • “en una mano tiene un palacio...y con la otra se rasca aquí y allá entre sus harapos”.

     También en su obra es una constante el blanco y el negro: la belleza natural y la fealdad humana. Antítesis, dualidad anímica en la que se debaten los recuerdos positivos y negativos de su infancia.: “De su blanco polvo cernido” ...  “que sus ojos negros contemplan”.

De las conclusiones

     Y... “tiene en su mano mi alma”: es la clave.

     
He encontrado en este fragmento de un poema de su libro “Poesía”, (1923), una similitud con este capítulo, que creo no obstante que a pesar de toda la melancolía que desprende, es positivo. Es una evocación del pasado y una realidad presente.


                                    ¡Esta es mi libertad, oler la rosa,
                                    cortar el agua fría con mi mano loca,
                                    desnudar la arboleda,           
                                                cogerle al sol su luz eterna!  
                                                                                  
                                   del libro Poesía (1923)

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