15 de junio de 2018

SANTANDER. de "Mi cuaderno de Bitácora"

     Con este tiempo tan lluvioso y cambiante que hemos tenido, no dan ganas de proyectar ni hacer escapadas, así que tengo que conformarme con recordar alguna de las que tengo enlatadas en mi "Cuaderno de Bitácora":  Os traslado la que hicimos en 2010 a Santander, y de paso la recuerdo yo.   

27 de marzo de 2010

     Estamos en Santander; hemos venido con Rosamari a pasar el fin de semana.  Salimos esta mañana de Madrid después de pasar a recogerla hacia las ocho de la mañana. Hicimos, como siempre, el viaje de un tirón. No hay forma de que Pepín pare a estirar las piernas; cuando sale, solo piensa en llegar y soltar el coche. Nos hospedamos en el NH de Parayás. El hotel bien, pero alejado del centro.  Soltamos el equipaje, aparcamos el coche y cogimos un autobús para ver un poco Santander
     Hemos empezado por el parque del Palacio de la Magdalena: lo hemos recorrido, y contemplado como rompían las olas en los acantilados que lo rodean, hicimos fotos para el recuerdo y regresamos al paseo Reina Victoria para volver de nuevo en autobús hacia la zona centro. 




Palacio de la Magdalena y su entorno

     Nos hemos quedado con ganas de comer un cocido montañés en una taberna que nos había recomendado la recepcionista del hotel -"Fuente Dé"- pero había que reservar mesa con antelación.  Así pues buscamos otro sitio que no estuvo mal, aunque Rosamari se sintió indispuesta, con un gran dolor de cabeza y no comió. Buscamos una farmacia y se tomó un analgésico. No quiso que volviéramos al hotel a descansar y estuvimos sentados en un banco de la placita de la catedral hasta que se le pasó. Mientras descansaban ella y Pepín, yo estuve visitando la catedral y haciendo algunas fotos. 

     
Catedral de Ntra. Sra. de la Asunción, Santander.
      Cuando R. se sintió mejor, volvimos al Paseo de Pereda para iniciar una ruta por los edificios emblemáticos de la ciudad: el Banco de Santander (el genuino)  La plaza Pombo, el mercado de La Esperanza, la Plaza Porticada, la plaza del Ayuntamiento, donde nos tropezamos con una procesión de la imagen de una dolorosa acompañada de muchos niños y un grupo de nazarenos con el capirucho caído, negro, con redobles de tambor. ¡Muy emotiva!

Banco de Santander. Mercado de la Esperanza. Ayuntamiento. Y, creo, plaza de Pombo
     Continuamos nuestro recorrido y visitamos varias iglesias, el Banco Mercantil, ahora Banesto,  y mas plazas. Entramos a tomar un café y un cruasan en una “croissanteria” porque Rosamari estaba en ayunas y ¡Oh! ¡No había cruasanes!. Es como si entras en una cafetería y no hay café!.  En fin, se tomó una tostada.
     Pepín nos esperaba sentado frente al mar en los jardines de Pereda. Ya completamente restablecida Rosamari retomamos el paseo y seguimos visitando y fotografiando sus edificios: el Banco de España, el edificio de Correos, el monumento a Pereda, el monumento conmemorativo del incendio terrible que asoló la ciudad en 1941, etc.


Monumento a Pereda. Monumento conmemorativo incendio 1941. Grua de piedra y Bahía de Santander

      La calle estaba llena de gente, había niños por todos lados, un día alegre y precioso. Hacia las ocho de la tarde buscamos un lugar para cenar y fuimos a dar con uno de los sitios que llevábamos apuntados como posibles: “Días Desur". Nos ha gustado mucho y hemos estado muy a gusto. En Santander a los gallos, de pescado, los llaman “ojitos”.  Le pedí al camarero que si podía llevarme la carta del menú porque es digna de conservarla: La portada y la contraportada están llenas de comentarios y descripciones alusivas a cómo consiguen y tratan los productos, a los que les dedican simpáticos piropos y que están graciosísimos. Lo de la contratapa es pura poesía en prosa. El que lo escribe, el jefe según el camarero, es genial. Un trocito de esa carta del menú.



     Después de cenar hemos continuado paseando pues el tiempo invitaba a ello y las calles estaban llenas de gente; es sábado y hay mucha marcha. Hemos vuelto al hotel en un taxi, esta noche cambian la hora, dormiremos una hora menos.


Precioso y evocador tiovivo


                                                                                                             Mañana, mas...

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