Esta semana mamá ha estado un poco inquieta en general.
El miércoles cuando la llamé, estaba un poco desorientada de hora. La verdad es que hacía un día muy gris, de esos dias tristes de invierno, que no llueve para llevar paraguas pero que sientes la humedad en la cara como si estuvieras dentro de una nube: Una "lluvia meona" como le oí decir a una señora. Se sumaba que ella tiene la manía de dejar las persianas bajas y el toldo lo tiene permanentemente bajado. Tú le subes las persianas cuando llegas y ella las baja en cuanto te vas. Bueno pues la llamé por teléfono como siempre, hacia la una y media, y estaba nerviosísima.
- Aquí estoy con la bolsa preparada y no han venido a buscarme.
- Mamá que es la una y media.
- Nunca viene a buscarme a la hora que dice. (no me escuchaba)
- Mamá, que M.J. está trabajando. Que hasta las tres o tres y media no sale.
- ¿Y tú que sabes?, te lo ha dicho ella.
- Sí lo sé, estate tranquila porque todavía no es hora.
- Pues yo ya he cenado y como tarde en venir, me acuesto y ¡Ya esta!.
Al final consegui tranquilizarla y situarla en la hora que era. Envié un mensaje a M.J., que la recogio cuando salió de trabajar. Luego me dijo que había estado bien.
El jueves cuando la llamé estaba muy bien y muy contenta.
- Oye, que ya estoy en mi casa, aquí en la calle... que ya he venido, para que vengas cuando quieras.
- Muy bien mamá y qué tal, ¿Estás agustito?.
- Claro, en mi casa estoy muy a gusto. Lo que pasa que hay algunas horas en que me da algo de miedo.
- Bueno, pero luego irá a buscarte Mª J. y mañana viernes iré yo para allá.
Hoy no hemos ido a Jesús. Cuando llegué estaba animada a ir, pero hubo problemas con las gafas. Primero dijo que se las había dejado donde M.J. y nos fuimos sin ellas. En la calle dijo que las tenía en la bolsa y volvimos a casa a buscarlas. Le dije que esperara en el portal y no me hizo caso, enfiló la escalera a mas velocidad que yo. No estaban las gafas en la bolsa y se puso las de casa. Claro, son para cerca y no veía bien con ellas, o se había cansado al subir y bajar las escaleras, porque dijo que le dolía la rodilla.
- Si no te sientes con fuerzas o te molesta la pierna me lo dices y nos volvemos.
- Pues yo creo que sí, que nos volvemos.
- ¿Quieres que vayamos a la cruz?
- Sí, vamos a la cruz.
Y hemos ido a la iglesia de la cruz. Luego venía refunfuñando porque no habíamos ido a Jesús y me ha echado a mi la culpa ¡qué le vamos a hacer! .
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Proverbio oriental:
"Gobierna tu casa y sabrás
cuánto cuesta la leña y el arroz; cría a tus hijos, y sabrás cuánto debes a tus
padres".
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