2 de enero de 2013

CASI TODO SOBRE MI MADRE, XXV

     Esta semana que mamá lleva en nuestra casa, parece llevarla tranquila. Bien es verdad que ha estado entretenida, porque los días de las fiestas se ha movido gente en casa y de los días restantes, el viernes fuimos a tomar café a casa de tía Fé, el sábado salimos para que viera el piso de Leticia, que le gustó mucho y el domingo a casa de Ana y Alberto, que nos invitaron a comer para que viera la abuela donde viven.


     Aunque eso no quita para que todas las mañanas se despierte en la cama diciendo:

     - Y ahora ¿yo que hago?.
     - Que haces de qué, mamá?. Pues vestirte despacito y venir a desayunar.
     - Que cuando me voy?.
     - ¿...?

     Después se le pasa y está tranquila. Aunque yo veo que se aburre. La televisión no le entretiene porque dice que es un lío, que no entiende nada; el periódico tampoco, le da un repaso y ¡ya está!; y claro, yo no puedo estar todo el día dándole conversación, entre otras cosas porque no puedes mantenerla mucho rato. Tienes que repetirle todo; ella te sale por otro lado, te cuestiona todo lo que le dices; lleva siempre el tema a su terreno. Te desconcierta. No sé que bulle en su cabeza... y sin venir a cuento te compara todo; y no sé como me las arreglo, pero siempre salgo perdiendo en las comparaciones, con lo cual, la conversación va decayendo y termino por estar a su lado pero hablar lo mínimo.
     Esta tarde le ha dado por decir que no había  felicitado el Año Nuevo a nadie. Me ha costado convencerla de que ayer por la noche habíamos estado en comunicación con la mayoría y que por la mañana habiamos hablado con tío Arsenio, con Florencia, con tío Rafael (bueno, con su mujer, porque él no está para hablar con nadie). Que su vecina Cecilia la había llamado... En fín, que se le olvida todo y todo el día está con la misma canción. Aunque otras veces me sorprende con cosas de las que se acuerda.
     Anoche cuando nos tomamos las uvas, ella terminó la primera; después brindamos con un sorbete de champán y helado de limón, y lo tomó como todos. Y no se acostó hasta que no se marchó el último, cerca de las dos de la madrugada. No quería perderse nada, la mujer. Esta mañana, día de Año Nuevo, nos hemos levantado cerca de las diez y media. La Misa estaba empezada pero ha estado viendo lo que quedaba y la bendición del papa. La tarde ha sido larguísima.
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Proverbio chino:
"Cuando el genio apunta a la Luna, el tonto se queda mirando el dedo."
                                              

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