Recuerdo las mayores nevadas de mi vida. La ventana de la cocina, que dije que por el exterior llegaba al suelo, casi se cubría.Veo a mi padre con algún tipo de herramienta abriendo camino en la puerta de casa; y también, armado con una barra de cortina o algo así, a modo de bastón, bajar por toda la calle tanteandola para ir a trabajar o a buscar el pan. Y rodando una gran bola que luego sería un muñeco de nieve.
De los aleros del tejado de unos portales bajitos que había al lado de casa, debían ser para guardar animales, pendían carámbanos transparentes, que papá nos arrancaba como enormes "pirulís".
Me viene el recuerdo de la escuela, no con la nieve porque en esos días no creo que pudiéramos ir, pero sí con el frío. Llevábamos para calentarnos un artilugio de fabricación casera que consistía en una lata grande, plana como las de conserva, con un alambre de lado a lado, a modo de asa para poder trasladarlo, donde nos echaban unas ascuas del brasero. Lo colocábamos en el suelo, debajo del pupitre, y con ello nos calentábamos los pies. Había alguna niña, supongo que con mejor posición económica que llevaba el mismo sistema de calefación pero mejor elaborado: Consistía en un recipiente de hierro o latón negro rectangular, como una caja de zapatos, cuya tapa con agujeros perforados, estaba dividida horizontalmente en dos, con visagras en los laterales que cerraban hacia el centro quedando un poco inclinadas, como en pirámide, para colocar los pies comodamente. (parecido a esas cajas de madera que se emplean para guardar los utensilios de limpiar el calzado). El asa estaba forrado en madera para no quemarse. ¡vamos, todo un lujo!
La escuela la recuerdo como un edificio bastante nuevo. Tenía una pequeña escalinata y estaba dividido en dos zonas, la derecha para las niñas y la izquierda para los niños. En la nuestra, al entrar había un gran hall donde se repartían las clases. La mía estaba a la izquierda. Las mesas creo recordar que eran largas y tenían como bancadas para sentarse... la mesa de la maestra estaba al fondo y una gran pizarra. La clase la recuerdo como nueva y bastante luminosa. Tiempo después supe que el pueblo tenía un benefactor, D. Leandro Gascón, que tenía importantes industrias textiles en la zona que daban empleo a la mayoría de los vecinos y que se preocupó mucho por el pueblo promoviendo la construcción de viviendas y dotándole de servicios sociales. Mamá dice que incluso Girón, ministro de trabajo de la época se personó a imponerle una medalla en un acto muy emotivo en la plaza... "vengo a imponer una medalla de oro, a un corazón de oro"...
Volviendo a la escuela, en las Navidades, pintaban en la pizarra con tizas de colores, adornos navideños como campanitas... estrellas... En el vestíbulo de entrada colocaban el nacimiento, (ahora se dice "belén"). Recuerdo que una vez me dieron una notita que llevé a casa, en la que me pedían camisitas para el Niño Jesús. Papá me dijo, de forma que lo entendiera, que eso era simbólico y que lo que significaba era que tenía que rezar todos los días tres avemarías antes de acostarme. No lo sé, creo que no lo entendí y lloré. Aun así, no llevé las camisitas y a día de hoy nunca me duermo sin rezar las tres avemarías...
Este es el aspecto actual de las escuelas. Ahora convertidas en local multiusos para exposiciones y eventos Os aseguro que no difieren mucho de mis recuerdos. |
------------------------------------------
Pensamiento:
"Los lugares donde no se ha amado ni se ha sufrido, no dejan en nosotros ningún recuerdo" . Pierre Loti
No hay comentarios:
Publicar un comentario